jueves, 11 de octubre de 2012

Arte y Salud


Arte y salud

La función terapéutica de la expresión artística posee efectos sobre personas de diferentes edades y culturas. El arte es una forma de expresión natural e inherente al ser humano, es una potencialidad que tiene pero que a menudo se ve reprimida al pertenecer al nivel más bajo en la escala de valores de nuestra sociedad. El acceso a la práctica del arte (y también a un acercamiento a este desde el lugar de espectador) es de suma importancia.
El hecho de pintar, dibujar o construir en la tridimensión proporciona a la persona un espacio de concentración, sumiéndola en un estado similar a la meditación. Cuando uno se fusiona con lo que está haciendo, uno deviene línea, deviene color. Es capaz de ver el mundo desde otra óptica, de vincularse a la vida de manera menos dolorosa.
En la medida en que se ponen en juego cuestiones como la creatividad y la toma de decisiones, se refuerza la autoestima. A esto se le suma la satisfacción del trabajo terminado: es allí cuando uno toma conciencia del desarrollo de sus potencialidades, de lo que ha sido capaz de lograr con lo que hizo.
La práctica artística también ayuda a aprender a tolerar las frustraciones, el prestarse en un juego de ensayo y error en el cual se aprende continuamente.
Recomiendo el siguiente ejercicio para iniciarse en la práctica del dibujo: observar una planta, y dibujar todo lo que ve en ella. No importa si las proporciones no salen iguales, o si las formas son ligeramente distintas. La clave radica en la concentración y en la conexión que se experimenta con lo observado, que no es más que una prolongación de nuestro universo vital.

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